viernes, 27 de noviembre de 2009

Pausa ignaciana (Examen de Conciencia)

1. Dar gracias: Hago la señal de la cruz, respiro profundamente y tomo conciencia de la presencia activa y amorosa de Dios por el día que termina y le agradezco por…

2. Pedir luz: Pido al Señor su sabiduría para “ver” los acontecimientos del día con su mirada

3. Contesto una de estas preguntas para ver mis mociones: ¿Qué trabajo le he permitido realizar a Dios en mí y en los demás?, ¿He colaborado en esa acción de Dios o más bien le he puesto obstáculos?, ¿Cómo capté su presencia en mi vida?, ¿Qué amor me está moviendo?, ¿Dónde me sentí más persona, para amar y servir?, ¿En qué circunstancia hice sentir más persona a los demás?

4. Reconozco y alabo la acción de Dios en mí: Agradezco por los momentos en que he cooperado con Él en bien de los demás y pido perdón si no le he respondido con generosidad.

5. Frente a Cristo crucificado pido amar como Jesús amo: Hago un pequeño compromiso o renuevo el que ya tengo.

Esquema de meditación preparatoria

Encontrar un sitio para la oración y vaciar mi “mochila”

Observa cuidadosamente tu casa y el lugar donde vives. Vas a buscar el sitio que sea más apropiado para tus tiempos de oración durante esta experiencia de los Ejercicios Espirituales en la vida corriente.

Para el primer día de tus Ejercicios en la vida corriente, tienes aquí a modo de ejemplo la estructura de un momento de oración. Para sucesivas meditaciones habrá otros esquemas. Si te va bien con este método, aplícalo a las demás meditaciones en cuanto se pueda:

· Inicio mi oración con un rito mío, propio (por ejemplo: enciendo una velita y/o hago lenta y reverentemente la señal de la cruz.)

· Hago un ejercicio respiratorio para calmarme y entrar en el silencio interior.

· Dispongo mi cuerpo y mi espíritu:

o Camino unos pasos por mi cuarto, mi departamento, contemplándolo… y percibo conscientemente mi ambiente.

o Dejo las cosas así como están, busco un sitio donde poder estar completamente a solas en mis tiempos de oración y preparo este lugar en forma sencilla y con cariño.

o Busco una vela y un símbolo que sea importante para mí, por ejemplo una cruz, una imagen, una flor… (no muchas cosas que me pueden distraer sino una que me ayude a concentrarme).

o Asumo una posición corporal que me permita estar presente y atento/a durante la oración (sentado/a en una silla o en el piso).

o Me quedo un tiempo en la posición que he escogido y la percibo concientemente, siento la silla en la que estoy sentado, el piso bajo mis pies – siento que estoy sostenido/a por Alguien que es más grande que yo. “En él vivimos, nos movemos y somos…”

o En mi interior repito al compás de mi respiración: “Estoy presente” o “Tú, Señor, en mí, y yo en ti”.

o Después de unos momentos, comienzo a contemplar “la mochila de mi vida” que traigo a estos Ejercicios. Tomo conciencia de todo lo que cargo en esta mochila:

o Puedo anotar en un papel todo lo que actualmente estoy llevando en ella, lo bello y ligero pero también lo que siento difícil y pesado en mi vida, lo que llevo con gusto y lo que me cuesta mucho llevar.

o En un segundo momento contemplo lo que hay en mi mochila:

o ¿Hay cosas que me gustaría sacar de ella?

o ¿Cuáles considero que son las piezas más importantes de mi equipaje, necesarias para mi camino?

o ¿Hay algo que me hace falta?

o En la oración converso con Dios sobre la mochila de mi vida.

o Termino la oración diciendo muy lentamente el “Gloria al Padre...”

o Después de la oración, haré un examen de la misma, anotando lo que he sentido como más importante.

ORACIÓN MENTAL IGNACIANA

a. Entro en la oración

Pongo paz dentro de mi.

- guardo silencio;

- respiro lentamente;

- pienso que encontraré al Señor;

- le pido perdón por mis ofensas

- y perdono de corazón a quienes me han ofendido.

Me pongo en la presencia de Dios:

- hago con devoción la señal de la cruz;

- siento que Dios me mira;

- hago un gesto de reverencia;

- inicio la oración de rodillas o en la postura que me ayuda, pidiendo al Padre, en nombre de Jesús, que me dé su Santo Espíritu para que todos mis deseos e intenciones, mi inteligencia, mi voluntad y todas mis acciones vayan ordenadas únicamente hacia su servicio y alabanza.

b. Composición del lugar:

Imagino el lugar en que se desarrolla la escena que voy a considerar.

c. Petición: Pido al Señor lo que quiero

Será el fruto que quiero sacar del pasaje evangélico y que corresponde a lo que Jesús dice o hace en el mismo relato.

d. Medito o contemplo la escena

Leyendo el texto lentamente, frase por frase;

sabiendo que en cada palabra me habla el Señor;

usando

- la memoria para recordar;

- la inteligencia para entender y aplicar el texto a mi vida;

- la voluntad para desear, pedir, agradecer, amar, adorar.

Nota: No tendré prisa, no tengo que ver toda la materia; lo importante es sentir y gustar internamente; me quedaré ahí donde encuentre fruto, inspiración, paz o consolación; mostraré mayor reverencia cuando, dejando ya de reflexionar, me ponga a hablar con el Señor.

e. Conclusión

Termino con un coloquio, hablando con el Señor, de amigo a amigo, sobre lo que he meditado.

Pronuncio un Padrenuestro, o el Alma de Cristo, o el Ave María y salgo lentamente de la oración.

Examen de la oración. Después de haber orado, pensaré cómo me ha ido:

Si observé el método;

si me fue mal, me preguntaré por qué;

si me fue bien: anotaré el fruto o “mociones” espirituales que he sentido.

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